[Posterior] [Inicio]



Prólogo

Príncipe y revolucionario, Piotr Kropotkin es considerado como uno de los exponentes más importantes de la idea anarquista. Sin la espectacularidad de Bakunin o Malatesta, la obra del pensador ruso contiene los postulados medulares de la acraria. Kropotkin está entre aquellos que hicieron del anarquismo algo más que una llamada a la rebelión: sus obras contienen una alternativa total para la comunidad humana, tanto desde el punto de vista filosófico como sociológico. A pesar de partir -como Godwin o Thoreau- de la teoria, Kropotkin descendió al terreno de la acción. Y éste es quizás uno de sus rasgos más definitorios frente a todos aquellos pensadores que no defendieron sus teorías más allá de la polémica filosófica.

Nacido en Moscú el año 1842, Kropotkin siguió una selecta carrera militar, acorde con su condición aristocrática, hasta que sus desacuerdos con la politica zarista le hicieron pedir destino en Siberia. En esta región, poco explorada y totalmente virgen, el oficial Kropotkin podría llevar adelante sus estudios e investigaciones científicas, con las que llegaria a alcanzar cierto prestigio.

La vocación científica, relacionada íntimamente con inquietudes sociales y políticas, acabaría impulsándole a dejar la carrera de las armas para matricularse en la Universidad. Sin embargo, también abandonaria los estudios para dedicarse por entero -a los treinta años de edad- a la difusión de las ideas anarquistas.

Kropotkin fue una figura mixta de científico, idealista y agitador. Recorrió Europa, perseguido y encarcelado en numerosas ocasiones; y una de sus actividades más destacadas fue la que llevó a cabo desde la dirección de "Le Revolte", órgano principal del movimiento anarco-colectivista.

Al final de su vida volvió de nuevo a Rusia, en donde se dedicó enteramente a sus escritos. Su prestigio internacional le colocó a la cabeza de los creadores del naciente movimiento anarquista, al que dotó de una considerable base científica y teórica.

Con su teoria del "apoyo mutuo", Kropotkin sostiene que las formas ''anti-naturales'' de Gobiernos y Estados autoritarios destruyen el principio natural de la colectividad humana: la solidaridad. Al postular la destrucción del Estado, Kropotkin niega cualquier tipo de planificación o reforma social "artificial": el propio instinto del hombre, su vuelta a los modelos naturales sin imperativos coercitivos por parte del poder, creará una sociedad en la que puedan regir los impulsos cooperativos naturales.

El "apoyo mutuo" es entonces el eje de toda la teoria kropotkiniana. Las relaciones sociales, los sistemas de producción, los sentimientos éticos, se conforman a las necesidades naturales de la supervivéncia y la cooperación. Kropotkin utiliza sus observaciones del comportamiento animal para atacar los pincipios darwinianos de la "lucha por la supervivencia". Para el anarquista ruso existe esa lucha, pero sólo es un aspecto menor de un conjunto en el que la mútua dependéncia engendra una recíproca solidaridad. Como Bakunin, Kropotkin señala que la libertad individual no es posible sin un contexto comunitario de libertad. Y el "apoyo mutuo" no es sino la forma de expresar esa idea de la libertad como ecosistema.

En "La moral anarquista", Kropotkin aplica sus observaciones de la naturaleza al mundo ético. El apoyo mutuo no es ningun imperativo categórico, sino una necesidad natural exenta de toda reminiscencia de premio o castigo. El complejo de culpabilidad no tiene para él otro origen que las estructuras autoritarias del Estado: en el mundo natural no existen más que necesidades neutras sujetas solamente a los principios del placer y el dolor, lo útil y lo perjudicial. La moral kropotkiniana es una necesidad más de la naturaleza, el principio básico del mundo animal para su supervivencia.

La conclusión de Kropotkin es la ética de la "inocencia" natural, la solidaridad espontánea fuera del imperio de las leyes. Una llamada a la "ingenuidad de los sentidos" concluye su obra: "si quieres vivir: sé fuerte, sé grande‚ sé enérgico en todo lo que hagas (...) Tal es cuanto puede decirte la ciencia de la moral: a tí te toca escoger".

Carlos Garrido


[Anterior] [Posterior] [Inicio]